Capitulo 3 - Sueños por cumplir

Capitulo 3



Jonah observó enfadado como la chica se alejaba hasta reunirse con una mujer mayor que la esperaba junto a un coche.


¿Cómo se atrevía aquella chica a hablarle en ese tono?


Al parecer no sabía con quien estaba hablando. Tendría que hacérselo entender, pensó.


No sería muy difícil puesto que, por las maletas que estaba sacando del maletero del coche, iba a estudiar en el colegio.


Sonrió maliciosamente. Esa chica iba a tener que aprender que nadie se metía con Jonah Hudson sin pagar las consecuencias.


- Jonah, ¿Entramos? – preguntó Josh, uno de sus mejores amigos –


Jonah se giró hacía él. A su lado estaban Jake, su otro mejor amigo y su hermana Melanie, que lo miraba con desaprobación.


- Esta vez sí que te has pasado, hermanito. ¡Casi atropellas a esa chica!


Jonah hizo una mueca de fastidio.


- Nadie te ha pedido tu opinión, Mel, así que no la des.

 - ¿Sabes qué Jonah? ¡Eres un gilipollas! Y me alegra mucho que alguien se haya atrevido a decírtelo a la cara.

Melanie cogió sus maletas y se dispuso a alejarse de allí.


- ¡Mel espera! – gritó Josh, corriendo hacia ella –


Ella se paró, girándose hacía él.

 - ¿Qué quieres Joshua?


El hizo una mueca.


- Odio que me llamen así. Lo sabes.


Mel lo miró apenada.


- Lo siento, es que estoy enfadada con mi hermano y lo he pagado contigo. ¿Qué querías?

- No te preocupes, lo entiendo. – Le respondió él con una sonrisa que hizo que el corazón de Mel diera una salto – Solo quería ayudarte con las maletas.-

Ella estuvo a punto de aceptar pero vio a su hermano fulminándolos con la mirada.


- Sera mejor que no lo hagas. No creo que a Jonah le haga mucha gracia.


Josh sonrió burlón.


- ¿Desde cuándo haces caso de lo que Jonah quiere o deja de querer?


Mel le devolvió la sonrisa.


- A mí me da igual lo que mi hermano quiera. Lo decía por ti. Sois amigos y no quisiera que ayudarme con unas maletas afectara a esa relación.


Él levantó la mano y le acarició la mejilla con la yema de los dedos, haciendo que Mel se estremeciera.


- No te preocupes por eso. Jonah ya sabe lo que tiene que saber, y no va a interferir en nada.


Mel se quedó mirándolo, estupefacta. ¿Qué había querido decir con eso? ¿Jonah ya sabía qué? No podía ser lo que se estaba imaginando.


Miró hacia donde se encontraban Jake y su hermano.


Jonah miraba fijamente a Josh con una advertencia clara, y Jake los observaba a ambos con una sonrisa burlona que hizo que se sintiera un poco avergonzada.


Mel posó de nuevo su mirada sobre Josh, y lo descubrió contemplándola con una sonrisa un tanto seductora que la hizo sentirse todavía más avergonzada.


- Eeeh, creo que será mejor que me vaya.


Josh hizo ademán de agacharse a recoger sus maletas.


- ¡No! – exclamó Mel, haciendo que Josh levantara la mirada rápidamente –


Mel deseó enterrarse en un agujero en donde nadie pudiera verla.


- ¿Te pasa algo, Mel? – le preguntó Josh –


- No, nada. Solo que no hace falta que me acompañes. Yo puedo sola. – Le aseguró mientras se agachaba ella misma a por las maletas –


- ¿Estás segura de que no quieres que te ayude?


- Segurísima. De todos modos, muchas gracias por ofrecerte, eres un cielo. – Le dijo ella con una sonrisa, antes de alejarse –


Cuando estuvo lo suficientemente alejada suspiró. Uf, por lo menos había logrado salir con algo de dignidad al final. Había tartamudeado como una imbécil y podría jurar que su cara se había puesto tan roja como un tomate.


Avergonzada de su reacción, se encaminó a la recepción donde se harían cargo de sus maletas.


Tenía que darse prisa. Ya podía oír la voz del director, comenzando a dar su discurso.


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Maya se esforzó por no bostezar durante el tiempo que duró el discurso del director.


Por el amor de dios ¿Se podía ser más aburrido?


Finalmente acabó de hablar y dio permiso a todos los alumnos para que fueran a sus nuevas habitaciones. Los carteles con los nombres y el número de habitación estaban colgados en los tablones de anuncios de la recepción. Además añadió que deberían pedir sus horarios en secretaria, donde se los facilitarían lo antes posible.


Después de eso tendrían el resto del día para instalarse y conocer el colegio, ya que al día siguiente empezarían las clases.


Por último les deseo mucha suerte, tras lo que en la sala atronaron los aplausos.


Tras conseguir su horario y el numero de su habitación, Maya se giró hacía su abuela con un poco de tristeza.


- No me mires con esa cara, cariño. Voy a venir a visitarte siempre que pueda y tú puedes llamarme por teléfono.



- Lo sé abuela. Pero tú vas a volver a tu casa, ¿Qué haré los fines de semana? No puedo ir a casa. Mi padre y yo acabaremos matándonos.


- Oh, querida. No te preocupes por eso. Si no quieres ir a tu casa los fines de semana, seguro que encontraras amigas que te inviten a la suya. Y sabes que puedes viajar a mi casa siempre que quieras.


Maya se lanzó a los brazos de su abuela.


- La echo tanto de menos, abuela. ¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué?


Su abuela le acarició la mejilla.


- Mi niña, son cosas que tiene la vida. No siempre son justas, pero son así, y hay que aprender a aceptarlas y seguir adelante.


Maya no dijo nada. Sabía que su abuela tenía razón, pero de todos modos cada día se preguntaba si hubiera podido hacer algo para evitar que su madre muriera en ese accidente.


Quizás si no hubiera insistido tanto en que llegara a tiempo a su graduación…


¡Maya eso son tonterías! ¡Tu madre quería estar allí de cualquier manera! – Le dijo su voz interior.


Una parte de ella sabía que era verdad, pero otra no dejaba de atormentarla.


Suspiró, le estaba empezando a doler mucho la cabeza.


Observó como su abuela se alejaba y cuando el coche desapareció de su vista, se giró, caminando hacía el que sería su nuevo hogar.